Son muchas las preguntas que nos
hacemos a diario y a pesar de todo el tiempo transcurrido se nos queda la cara
de asombro ante lo que estamos viviendo, algo que solo habíamos aceptado como
una película de Hollywood, algo que solo podía existir en la ciencia ficción,
en el cine. Pero como tantas cosas que se plasmaron primero en sueños, en
papel, en el cine, el virus asesino que se expande por el mundo se ha hecho
realidad.
Ante esta nueva realidad, no
podemos caminar recorriendo las hermosas calles y parques de la ciudad, no
podemos tocarnos para compartir el calor humano que tanto nos llena, ahora solo
podemos mirarnos a dos metros de distancia para no correr riesgo, cediendo
terreno al miedo a la enfermedad, limitando los afectos para no correr el riesgo
de contagiarnos y pasar por las molestias y tocar la muerte que no respeta los
dos metros de distancia.
Pero no todo es malo o negativo,
el estar encerrados en nuestras casas, todos los humanos presos de sus hogares
o sitios recién creados para recluirnos lo más separados posibles unos de otros
nos ha separado de la vida natural del planeta, que está aprovechando para
pasearse a sus anchas por lo que fueron sus terrenos. Por fin, las aguas del
planeta están en silencio, por fin las montañas vuelven a estar en paz y sus
habitantes lo están disfrutando. El aire
se limpia, cuando los humanos dejamos de atacarlo y nos permite volver a
respirar aire sin tanta mierda que le hemos añadido nosotros a pesar de que nos
enferma.
Tal vez el corona virus ha sido
una oportunidad de ver el camino por el que iba la humanidad, tener el tiempo
de pensar si queremos seguir por este camino o si queremos cambiar el rumbo y
vivir mejor.
Tal vez el estar encerrados en
casa nos permita recordar lo maravilloso que es estar contigo mismo,
filosofando, pensando en el porque de
las cosas y en lo que puede hacer cada uno para aportar a la sociedad donde
vivimos. El no poder salir, tal vez nos permita recuperar esa sensación del
placer de estar en casa; nos devuelve la posibilidad de establecer prioridades
distintas, darnos cuenta de lo importante que son las reuniones familiares, los
encuentros con amigos, el compartir, abrazar, besar y comencemos a dejar de
lado las tabletas, los celulares, las carreras.
El tiempo ha dejado de ser lo más
importante del día, nadie controla cuanto empleas en cada cosa, no hay que
llegar a ninguna parte, no hay que entregar nada, no hay que correr, ahora solo
hay que disfrutarlo, llenándolo de instantes contigo mismo o con los más
cercanos a ti.
Una vivencia del 2020!
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