Mis vivencias como Joyero .....

Mi experiencia en este campo ha sido interesante y particularmente enriquecedora. Tardé cuatro años en iniciar las clases, pues desde que supe de la Escuela que despertó mi interés, hasta que llegué a ella para inscribirme, estuve luchando con mis necesidades inmediatas, mis propios miedos, inseguridades y afines. Cuatro años después, al fin pudiéndome tomar un tiempo para mí y para reconciliarme con el entorno, inicio este camino de aprendizaje y esta forma de expresión.

Debo confesar que en el transcurso de los primeros meses mientras completaba el “nivel básico”, me pregunté varias veces si podría vencer este nuevo reto, si lograría dominar las herramientas y despertar mi creatividad tanto tiempo enfocada en otras cosas o reprimida, y hoy, un año después, debo decir “DE NUEVO SOY VENCEDORA”, de nuevo superé mis propias expectativas.

No sólo he logrado ir dominando el uso de las herramientas “básicas” aún falta mucho por aprender), sino que he logrado nuevamente dominar este temperamento natural que me inclina hacia la inmediatez…. Ya acepté que para obtener lo que deseo del metal que trabajo, debo entablar una buena relación con él y con las herramientas, debemos forman un buen equipo para que el resultado final valga la pena, el proceso debe llevar su tiempo.

Esto me lleva a confesar que, al menos en mi caso, aunque creo que todos pasamos por lo mismo, al terminar una pieza quisiera retenerla para mí, sin que sea modificado de ninguna forma, sin que se transforme más, sólo admirándola y analizando esa energía que la rodea, preguntándome que parte de mi interior sale a la luz con esa creación, analizándola minuciosamente, dándome perfecta cuenta de sus puntos fuertes y los no tan fuertes, jajajajaja….., descubriendo cosas nuevas con cada mirada, descubriéndome a mí misma.

Siempre me pregunté cómo era eso de que una obra, ya sea de pintura, escultura, baile o cualquier otra expresión artística (y no artísticas también) se constituye como el reflejo del pensamiento del autor… ese pensamiento o característica que todo el mundo puede entender al observarla, cómo es que la visión del mundo o de la vida es representado en algo tan sólido, ¿será que el autor se sentó a pensar cómo expresar lo que sentía? o será que lo dejó salir libremente y a medida que la pieza cobraba forma o al finalizarla, el autor buscaba en su interior. ¿Será que yo siento lo mismo que el autor?.

Pues bien, no sé cómo lo harán los demás, sólo sé que yo me siento ante la mesa de trabajo con la única intención de crear algo, de aprender algo más sobre mí misma y el oficio que estoy desempeñando, y mis manos comienzan a darle forma al material, poco a poco, y a medida que avanzo, un paso a la vez, comienzan las reflexiones sobre cualquier tema, así que, al menos en mi caso, la pieza y lo que existe en mi interior queriendo salir, están íntimamente relacionados y ambos salen a flote sin ningún esfuerzo, de una forma inconsciente y que no me resulta fácil explicar. Lo más interesante es que muchas veces, aquellas personas que ven mi trabajo, ya sea en la mitad del proceso, ya sea terminado, ven lo que yo sentí o pensé. Es asombroso y por supuesto, muy agradable !.

Quisiera saber qué piensa cada una de las personas que ven mis obras, qué perciben de cada pieza, qué les dice la pieza sobre mí y sobre el entorno…. Quiero seguirme asombrando !.

Al final, al igual que sucede con las personas que nos rodean, ya sean familiares, amigos o simples conocidos, la pieza cumple su ciclo en mis manos y debo dejarla ir, con la esperanza de que quien la reciba, la disfrute tanto como yo disfrute su creación.

Hg, Febrero 2010