Recuerdo aquellos hermosos años (entre mis 20 y mis 35) en que tenía un cuerpazo, hacía mucho
ejercicio, practicaba con frecuencia “streching postural” y me deslizaba por la
vida espantándome a los chicos como con matamoscas, ganaba un dinero que me
alcanzaba para lo que quería y que derrochaba a mis anchas, cuando quería, como
quería y donde quería mientras mi madre me decía con una frecuencia asombrosa,
que debía ahorrar para mi vejez, debía sentarme derecha para no sacar barriga
ni lesionarme la columna y que era mejor acostarse temprano para que no se
presentaran las arrugas. Una época en la que nada me daba miedo, pensaba que yo
sola podía contra el mundo y que aquello de la gordura, los calores menopáusicos
y los dolores articulares solo le pasaban a mi amada tía y a mi amada abuela (equivocación
que se refleja en mi publicación de mayo del 2011 “Los estragos de la edad”).
Después de los 35 seguí disfrutándome mi vida como quise,
solo que comencé a comer como si la comida se fuera a acabar y compartía más
tiempo con mi pareja que en las actividades anteriores. Por supuesto, el cambio
se vio en mi figura…..
Así poco a poco y concentrada en el día a día fueron pasando
los años y llegué a la edad de las cuarentonas pasaditas… pisando los
cincuenta….. Jajajajajajajaja… ¡Edad maravillosa!, terminando en la era de las cincuentonas.
Pero seamos sinceras, para alguien que hizo mucho ejercicio,
pasar más de 10 añitos haciendo la cuarta parte es simplemente ¡ FATAL ¡, la
ingesta de las tan mencionadas y mal utilizadas calorías sigue igualita o
aumentando, mezclada con un gasto de ellas que va en picada acelerada, todas,
pero ABSOLUTAMENTE TODAS, se quedan depositadas en mis muslos, mis caderas, mi
zona abdominal (para no decirle ordinariamente PANZA), y por supuesto en una
zona antes hermosa, mis senos; para qué mencionar los brazos y “los rollitos”
de la espalda, superior e inferior…… ¡Oh calorías ¡, ¿ será que no tienen otro
lugar a donde marcharse ?.
!Claro!, como camino con frecuencia, siento que mi
cuerpo sigue siendo el mismo, el espíritu sigue inalterado, sintiéndose
de 20 hasta que se me ocurre comenzar a practicar yoga. ¡ Por Dios ¡, tenía
muchas lunas sin hacer “Streching” y estúpidamente creí que nada había cambiado,
hasta que escuché a mi agradable profesor decir “están es la posición del
perro”, “eleven la pierna derecha”, “pasen la pierna derecha entre las manos”,
“espalda recta y las palmas totalmente en el suelo” y yo….. ¿qué puedo decir?,
me sobraban como 20 centímetros de “panza” y otros 10 centímetros de piernas
para que mi muslo me permitiera colocar la palma de las manos en el suelo…… Por
mi mente se deslizaban las frases de “cuando se me encogieron los brazos”,
“cómo se me encogieron y no me di cuenta”, “debo ir al doctor”, mientras
trataba por todos los medios de seguir respirando. No les puedo contar los
momentos que pasé luchando en absoluto silencio, rezándole a todos los santos
conocidos que acomodaran la masa sobrante para no pasar pena en el grupo y que
mis manos llegaran al suelo, comenzaba a sentir que la pierna estirada no podía
con “el exceso de estiramiento, el exceso de peso, el exceso de falta de
ejercicio”…. mientras escuchaba “la posición debe ser siempre cómoda”… ¡COÑO!,
¿cómo se logra eso ???, ¿Dónde hay un cirujano plástico que me opere en este
instante???. Por primera vez me sentí extra obesa y acepté que no quiero seguir
así.
Finalmente, me di cuenta de que NADIE iba a reacomodar lo
que sobraba, mis brazos no se alargarían hasta el suelo y discretamente,
intentando que nadie lo notara, puse mi pie derecho lateral a la mano derecha, ¡JA!,
ahora mis palmas tocaban el suelo y ya no sentía en absoluto los dedos de la
pierna izquierda, jajajajajaja, estirada elegantemente hasta el punto de contractura.
Ya podía respirar y sentir que mi espalda podía contracturarse cuando quisiera.
! JO ¡, ¡qué flexibilidad!. En ese momento escuché la frase que más me agrado
“relájense, estiren la pierna hacia atrás y vuelvan a la posición del niño”……
por DIOS, sobreviví a mi primer
encuentro con esta postura, previa al “guerrero”, claro, si uno sobrevive a la
batalla llegará a ser un gran guerrero…… en fin, colocada en la posición del
niño ya podía respirar y trataba de relajarme hasta que escuché “vuelvan a los
cuatro apoyos”, ¡casí me da algo!, vuelta a empezar la pelea con la masa sobrante
y el estiramiento muscular mientras intento que el aire penetre en mis pulmones
y el universo me nutra.
En fin, así fue pasando la clase entre una postura y otra,
con ratitos de descanso en los que, desde la posición del niño soñaba con
estirarme hasta “la muerta boca abajo”…. cosa que no pasaba ya que después de
“el niño” viene alguna otra pose extraordinaria de estiramiento absoluto y
respiraciones profundas en la que absolutamente todo mi cuerpo me reclama a
gritos mi abandono total y me exige la pérdida de grasa corporal.
Definitivamente, lo que se hace en esta vida se paga en esta
vida y el cuerpito me está pasando factura, reclamando por todas aquellas
espectaculares parrillas, deliciosas tortillas de papas, exquisitos callos
madrileños, buenas milanesas con papas fritas, hallacas navideñas, pan de
jamón, quesos exquisitos y demás delicias unidas a la falta de ejercicio.
Seguiré en mi clase de yoga porque realmente me siento muy
bien, tengo la esperanza de que lo que sobra sea eliminado y pueda disfrutar de
cada postura como se debe, respirando con tranquilidad. Voy redescubriendo cada
uno de mis músculos, los estoy recuperando a todos y por supuesto las
articulaciones ya no me duelen tanto, mis respiración mejora y recupero la
buena postura al sentarme y al caminar. Lo más impactante, prueba palpable de
que el tiempo ha pasado, ya no me mato de risa por mis deficiencias, interrumpiendo
a toda la clase con mis sonoras carcajadas, aunque me rio a montones dentro de
mi, hay que tomarlo muy seriamente y con alegría ¡ digo yo ¡.
Yoga … ¡ Excelente vivencia !
Hg