De nuevo yo por aquí para escribir sobre lo que me apasiona, me agrada, me hace crecer ¡. Nada hay como el contacto humano aunque hay quien piensa que es mejor concentrarse en la relación “mi perro y yo”, yo sigo pensando que los humanos somos algo fuera de serie, llegamos a este planeta, plano, espacio o como quieran llamarlo, en diferentes formas, colores, tamaños y lo más importante, llegamos con inmensas diferencias en nuestra forma de ver, sentir y responder a nuestro entorno.
En fin, para dirigirme al grano, el centro de mi tema de hoy “las clases y quienes participamos en ellas”. Esto es el reflejo de lo que vivimos en el salón.
Como decía mi abuela, “Dios los cría y ellos se juntan” y así fue como las circunstancias nos reunieron en clase ese día, N alumnas que como siempre estamos en diferentes niveles, trabajando juntas para aprender un poco más cada día sobre este oficio que nos ocupa.
Después de unas horas enfrascadas en pelearnos por resolver nuestras individuales relaciones con el metal y las herramientas, necesitabamos un respiro que se dió justo cuando los profes estaban enfrascados en otras cosas, fue un momento algo “mágico” ya que los encargados de nuestra educación joyeril siempre están pendientes de lo que sucede, pero…. les llegó el momento y este grupo de mujeres se quedó a solas por unos minutos y… por supuesto teníamos que ¡ COMPARTIR !.
Aprovechando la ausencia de supervisión nos desahogamos escuchando a Caro contar sus anécdotas al entrar en la escuela y su inicio de clases. La cosa se puso interesante cuando ante cada anécdota todas asentíamos “Ahhhh a mi también me hizo eso!... Oh!!! Si, si me dijo lo mismo”…. seguido de carcajadas grupales.
Por supuesto estábamos hablando del “Gran Señorito Maestro” y su particular y esplendida manera de tratarnos a cada una… ¡INDESCRIPTIBLE!
En el momento de más acción ante los decibeles de nuestras carcajadas se hizo presente el “señorito” y así mágicamente, una vez generada la sonrisa amplia en su expresión continuamos con el cuento, ahora incluyendo nuestras experiencias recientes que por supuesto incluyen a la “Señorita Maestra”.
En resumen, antes de la llegada de Julieta nuestras expresiones artísticas en el metal solo eran sometidas al escrutinio y detallada evaluación de dos ojos expertos…. Pero con la llegada de Julieta, ahora debemos someternos como corderos al análisis minucioso de cuatro buenos, exigentes y muy bien entrenados ojos… ¡ POBRES DE NOSOTROS LOS ALUMNOS !.
Entre cuento y cuento, carcajada y carcajada se quedó todo el cansancio de lidiar con nuestras piezas y luego de un ratito continuamos nuestra labor.
Esta fue una tarde excelente en la que la escuela rebozaba de vida, gritos, risas, preguntas; una tarde en la que compartimos riquísimo como es lo usual en este territorio.
¡Esta es la Escuela! ¡ Esta es la aventura en la que estamos ¡ …. y el futuro se perfila prometedor.
Hg / 03 de Mayo de 2010