Ya son muchos días de
confinamiento, gracias al corona virus covit 19 hemos tenido que alejarnos de las
calles, del correr de un lado a otro, del reloj que gobierna nuestro día a día
pero también de los amigos, de la familia, de los lugares que nos gusta
visitar, de los momentos compartidos, los abrazos y los besos.
Mientras el asesino esté en las
calles dando la tabarra, las tabernas, teatros, cines, parques estarán cerrados
y los ciudadanos, encerrados. Pero no todos los encierros son iguales, si bien
el covit 19 no distingue de clases sociales para enfermar y matar individuos,
las consecuencias del miedo y la protección si distingue de clases sociales, de
niveles de renta, de poder económico.
Para todos es muy duro el
encierro, pero hay encierros más dantescos que otros. Las familias de 5
miembros en apartamentos minúsculos, con padres asalariados ya desempleados o a
punto de estarlo con niños o jóvenes en edad escolar que no tienen las
herramientas para seguir avanzando en el año escolar, no vivirán este encierro
de la misma forma que lo viven las familias que disfrutan de 100 metros
cuadrados, con un computador para cada miembro, con internet y jardín.
La pandemia no es igual para todos.
Los empresarios y emprendedores
lo pasan con los nervios a flor de piel, tratando de encontrar formas para
adaptar su negocio existente o por existir a las nuevas circunstancias pero lo
cierto es que no son muchos los que lograrán la meta. Los empleados con puestos
de trabajo en la cuerda floja, pasan los días entre la angustia de saber si
tendrán o no a donde volver a trabajar y las consecuencias físicas de la falta
de movimiento. Los empleados o autónomos que ya saben que sus trabajos no
volverán en el corto o mediano plazo, estarán llenos de incertidumbre, pidiendo
a todos los santos conocidos y por conocer que pase algún milagro que les
permita seguir produciendo. Los políticos, con sueldos fijos, con pensiones de
por vida sin duda, estarán más tranquilos aunque se encuentren sentados en el
sofá o trasportados por su chofer a sus oficinas.
¡Todo es relativo!
Lo único que no podemos
relativizar, es el dolor de los que han
perdido a un ser querido, familiar o amigo, en condiciones de soledad, lejos de
una mano conocida, de una sonrisa, de un adiós.
Y entre las emociones y los
pensamientos, se pasan los días con la incertidumbre de lo que pasará mañana,
la semana que viene, el mes por llegar….
Pero hay luz, la luz que nos dan
los aplausos de agradecimiento, no solo para aquellos que están agotados,
enfermos o no, con medios o sin ellos, que luchan cada momento del día, día
tras día, por atender a los enfermos, mantener seguras las calles, atender las
emergencias a pesar de no tener las medidas de protección que el gobierno y sus
expertos exigen a través de los medios de comunicación. Hay luz, la luz que se
ve cada día en la solidaridad que muestran los vecinos ayudándose unos a otros,
la solidaridad de los que se preocupan por los mayores en su sector, la
solidaridad de los que llevan la comida a quienes pasan hambre. La luz que se
escucha cuando alguien canta desde su ventana, para animar a todos alrededor,
cuando todos se unen a una sola voz para cantar un cumpleaños a quien está encerrado, la
luz que se siente cuando te dan los buenos días desde lejos, guardando la
distancia social, hay luz.
En un mundo en que lo importante
pareciera ser las compras de lo necesario y lo inútil, la imagen que se
proyecta en las redes sociales, lo bien vestida que se va y el individualismo
es la forma de vivir, estamos confirmando que el calor del hogar tiene su
encanto, que pasarse la semana sin comprar es posible, que los abrazos y el
compartir nos importan mucho, que los momentos familiares tienen más valor y se
disfrutan más cuando estamos todos.
Este momento y su circunstancia
ha sido un infortunio y una oportunidad, la dualidad que acompaña a la vida en todo su recorrido. Espero que al
salir de él, al terminar el miedo y la enfermedad, recordemos la lección
aprendida, los pasos avanzados y volvamos a los besos y los abrazos con una
nueva mentalidad y mayor consciencia del mundo y lo que es realmente importante
para todos.
Una vivencia que no elegir vivir...